when she was just a girl...

She dreamed of para-para-paradise, every time she closed her eyes.

18 mar 2012

Nuevo.

El verano ha terminado de apagarse, dejando paso a un otoño suave pero frío, que atraviesa tejidos de todo tipo: ropa, piel, músculos... huesos. El otoño se ha apoderado de la ciudad, y poco a poco, las hojas caen, chocan en una sinfonía fría y crujiente contra el suelo. La gente las pisa, riendo, sin querer, por pisar algo... cualquier cosa. La gente camina más rápido que en verano, camina queriendo escapar de la brisa fría que avecina un invierno aún más frío, recordando el calor del verano que conseguía que pasasen su tiempo en las calles, bebiéndose el sol.

Una chica, con el cabello largo, oscuro, como el chocolate más espeso y más oscuro, camina más lento que los demás. No le importa el frío, no le importa que el verano no esté aquí. Lleva más de diez minutos caminando, pero no está cansada. Sus facciones son suaves, femeninas y algo aniñadas. Ojos negros, labios rojos, nariz pequeña. No pretende destacar, pero lo hace. Pasando entre la multitud de las calles, más lento que los demás, más bonita que los demás. No oye nada, lleva un aparato en la mano izquierda, y las cuerdas de metal revestidas de goma, que llegan hasta sus oídos desde ese aparato, indica que está perdida en la música.

Morrissey, Suedehead. Le asalta el ritmo, pero no hace falta que baile, porque ya lo está haciendo, con cada paso, con cada movimiento de su melena lisa y larga contra el viento. Gira una esquina, y ve que el autobús está llegando a la parada. Sus pantalones no son los indicados para correr, tejanos, ajustados y enfundados por debajo de sus botas negras, desabrochadas en las primeras hebillas. Pero no lo necesita, tiene tiempo. Coge el autobús cada dos días para ir a ver a su hermano al centro, y nunca lo ha perdido, desde hace un año. 

Cuando entra, subiendo más rápido los escalones, no saluda al conductor. No se conocen, no quieren conocerse, y no deben, su destino no está reservado para él. Pero cuando ha pagado el dinero correspondiente al conductor, y gira, mirando hacia el pasillo, no ve el sitio que ve siempre, en el que se sienta siempre. Ve a alguien, sentado dos asientos delante, de lado, ocupando los dos asientos, apoyado en la ventana. Su boca se entreabre, la garganta se seca... y siente que el mundo para durante un segundo. Le está mirando, y él le está mirando a ella, a los ojos. Al alma.

I'm so sorry

Tiene la cara llena de tatuajes, toda la cara. Cada dibujo, cada espiral, cada corte, cada línea perfecta en tinta negra, es un golpe en el pecho, un robo a sus pulmones. Cuando se cierran las puertas del autobús y oye el conocido sonido silbante y chocante, pega un respingo. Parpadea, respira. Camina de nuevo, esta vez más rápido. Al pasar al lado de él, que sigue mirándole, se fija en su ropa, toda negra, la cazadora abrochada hasta la clavícula, dejando ver que debajo solo lleva una camiseta negra, y debajo de ésta, más tatuajes negros. No es difícil adivinar que sonríe, las líneas de la cara cambian cuando descubre que ella le mira. Le mira, y no solo a su cuerpo, a sus ojos. Le mira, como otros no se atreven a hacer. 

Se ruboriza y se apresura a sentarse en el último asiento, apoyada contra el respaldo y la cabeza contra la ventana, mirando al techo. No sabe si mirar de nuevo, se le acelera la respiración y no sabe qué le pasa. Deja que la venza la curiosidad, y le mira. Descubre que sus ojos grises están bebiendo de los suyos negros, e inspira agitadamente. Él sonríe, y sigue en la misma posición, solo que ahora la mira. Nunca ha pasado algo así. Nada pasa en esa ciudad, todo es aburrido, no hay cosas nuevas. Y sin embargo, el viaje en autobús, monótono, que hace cada dos días, ha cambiado. Nunca hay nadie a esas horas, a las ocho de la tarde, en el último viaje. No se da cuenta de que ha llegado a su destino hasta que el conductor le llama la atención. Nunca le habían llamado la atención, jamás. Todo parecía haber cambiado de repente. Se levanta, sobresaltada, y camina hacia la parte central del autobús, mientras le mira. Él sonríe y no deja de mirarla. No ha dejado de mirarla. Trastabilla un poco y consigue pasar por las puertas ya abiertas, que se cierran con el mismo sonido silbante y pesado, acompañado por el aleteo rápido y rítmico de su corazón, desbocado y excitado por las nuevas sensaciones. Nuevas.




N/A: No tienen nombre, no tienen mucha historia tampoco. Lo escribí hace un tiempo porque me vino la inspiración, escribí hasta que se sienta en el autobús, ahora he terminado esa parte. Aunque he dicho que lo9 que haré serán relatos, probablemente cortos, de una entrada, este tendrá más, porque me gusta la idea y tiene jugo para un relato algo más largo. Un poco, no será una historia, yo aviso ya. Lo que vendrá después está todo pensado. Lo que vendrá después, el final y eso. Pero haré otras entradas mientras, así no lo hago muy seguido, ¿no? Espero que os haya gustado, y se aceptan (eh. Eh. ¡EH!) comentarios, quejas, sugerencias, etc. Un beso, danoninos


Morrissey - Suedehead 
Para quien quiera escuchar lo que ella escuchaba, y eso.

1 comentario:

  1. OH MY FUCKING MERLIN.
    Me encanta. En serio, me encanta cómo escribes. Creo que todos hemos cambiado mucho pero en tu caso es alucinante porque kfjdshjdfsgfskjjdfskj Dios, en serio. Escribe una novela. NOW.

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SHOOT, BABE.